La vida detrás del cine
Por: Danna Mariette Mora Cobos
- Trabajar en Cinépolis le enseñó a Emilio a superar retos, aprender bajo presión y valorar el esfuerzo compartido con sus compañeros.
Trabajar en Cinépolis era
para Emilio Flores Hernández, un universitario de 19 años, una experiencia
llena de retos y aprendizajes. A diario enfrentaba largas jornadas combinadas
con sus estudios, pero disfrutaba ser parte de un lugar donde las historias
cobraban vida.
Aunque el trabajo era
agotador, siempre había algo que lo mantenía interesado, desde los estrenos
hasta los momentos inesperados. En las horas pico, la velocidad era esencial,
teniendo que aprender a resolver problemas bajo presión como atender largas
filas.
A pesar del estrés, encontraba satisfacción en ver la alegría de los niños con sus combos o el agradecimiento de un cliente amable. Esos pequeños gestos hacían que el esfuerzo valiera la pena. Lo que más disfrutaba era la relación con sus compañeros.
Formaban un equipo unido que hacía más llevadero
el ritmo acelerado del trabajo. Entre bromas y apoyo mutuo, siempre encontraban
formas de reír incluso en los días más pesados.
Combinar la universidad
con el empleo era agotador, algunos días resultaban complicados, sin embargo,
veía en cada turno una oportunidad de aprendizaje. Para Emilio, Cinépolis era
más que un empleo temporal; era un lugar que lo estaba preparando para el
futuro.
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